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Mamá, ¡Usted ya se murió, yo tengo que salvarme!

  • Foto del escritor: Fabian Arevalo Zambrano
    Fabian Arevalo Zambrano
  • 8 may 2017
  • 3 Min. de lectura

Por: Marvy Díaz

Amparo Hernández

Bryant Hernández

Rosa Fernanda Collazos

Estábamos en Neiva en el año 1987. Eran como las 3 de la mañana y todos dormíamos; de pronto oímos gritos en la calle: ¡Se desbordó la represa!, ¡Se vino Betania!

Betania era la hidroeléctrica de los huilenses y había sido construida un par de años antes.

Los que no escucharon los gritos fueron levantados por los golpes en puertas y ventanas de los vecinos, avisando de la tragedia que se acercaba. La señora Lucila, vecina de mi barrio (La Toma) estaba en medio del velorio de su mamá. Cuando todo pasó, ella salió corriendo no sin antes acercarse al féretro y decirle a su progenitora: mamá, perdóneme pero usted ya se murió, y yo tengo que salvarme…fue tanta la carrera que dejó incluso abierta la puerta; ella y todos los vecinos.

Lucila recuerda que, según concluyeron con sus vecinos, esa fue la única noche en que en Neiva no hubo ladrones. Muchos de sus habitantes en la estampida valiéndose del carro, la cicla y la moto, tuvieron que dejarlos al iniciar la empinada subida a los barrios de El Jardín y Las Palmas; lugares de la ciudad que fueron el refugio para cientos de personas que corrieron allá en busca de tierras más altas, donde no llegara el agua.

Esa noche tampoco hubo riñas, los carros chocaban por accidente intentando salir de casas y calles, pero nadie se quejaba ni discutía. Simplemente cada quien seguía su camino en el afán de salvar sus vidas.

Aquellos que no tenían vehículo corrían en pijama y semidesnudos con las cosas que cada quien consideraba de valor: sus hijos, el televisor, los marranos, perros, gallinas o los abuelitos.

Algunos más temerarios decidieron esperar la tragedia orando en sus casas y cuidando sus bienes. Hacían conjeturas sobre la veracidad de la noticia, pensando que una cosa tal habría causado cortes de energía, brisas fuertes, creciente del rio Magdalena, y aún no se había presentado nada de esto.

Después del paso de las horas, dice Lucila, nos enteramos que los voceros de la terrible noticia eran unos borrachos que pretendían divertirse con la falsa alarma; el problema es que uno de ellos pagó con creces “el chiste”, pues su madre sufría del corazón y en medio de la estampida tuvo un infarto y murió del susto.

Autores:

Marvy Diaz: nació el 21 de octubre de 1950 en Venadillo Tolima, pero toda la vida ha vivido en Neiva. Madre de Carlos Humberto, Martha Lucía y Rafael Antonio Monsalve Díaz, dedica su tiempo a las manualidades y a aprender siempre cosas nuevas.

Amparo Hernández: nació el 24 de julio de 1959 en Neiva. Ama de casa dedicada al cuidado del hogar y de sus hijos: Manuel Alejandro y Juan Camilo. Le gusta la lectura, la historia y participar de diferentes actividades con la comunidad.

Bryant Hernández Perdomo: nació el 4 de febrero del 2004 en Madrid-España pero de padre y madre colombianos. Realiza el grado octavo en el Colegio Piaget de la ciudad de Neiva. Le gusta leer, jugar videojuegos y compartir en familia.

Rosa Fernanda Collazos Quiñónez: nació el 21 de mayo de 1984 en Neiva, pero casi toda su vida ha vivido en El Juncal, vereda de Palermo, en el Huila. Comunicadora social y periodista que divide su tiempo entre la lectura, la docencia y su familia.


 
 
 
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